Según la documentación medieval que se conserva, se llama Civitas al baluarte, o torre de señales, que los invasores musulmanes tenían para defenderse de los cristianos que desde el norte pugnaban por reconquistar las tierras que los árabes les habían arrebatado. De este topónimo de civitas derivó más tarde el de Turris Civitatis, y el de Torreciudad. Situado en la orilla izquierda del río Cinca, en el último tramo angosto que este río ha excavado para ganar las tierras llanas de la Comarca del Somontano, a unos 22 kilómetros al noroeste de su capital, la ciudad de Barbastro.
La primera referencia histórica de este asentamiento data del año 1066, pero estuvo habitado posiblemente desde antes de la época romana.
Esta torre de vigilancia, sin recinto fortificado, se comunicaba visualmente con Samitier, situado río arriba. Es de estructura cilíndrica, con una altura de 14 m. y un espesor rondando los 2 m. Su perímetro sur, donde se debió de situar en altura la puerta, está parcialmente desmoronado. Observando el interior se advierten retranqueos del muro, es decir, como si el muro retrocediera hacia atrás, con la finalidad de sustentar los pisos de madera. Debió tener un almacén, primera planta, la planta de la puerta, y quizás un sobrado o segundo piso; según la distribución que se usaba en la época. También queda un ventanal aspillerado en la planta primera, orientado al este.
Al exterior del perímetro noreste, se advierten una serie de mechinales, o huecos en el muro, que desde el nivel del suelo ascienden rodeando la torre, con frecuencia de uno cada seis hiladas, y buscando su lado sur. Como quiera que no son constructivos, ni de iluminación al interior de una hipotética escalera de caracol, debieron de servir de apoyo a la estructura exterior de madera de acceso a la torre: rodeándola en sus dos tercios hasta alcanzar la puerta, colgada sobre el vacío, puesto que no era factible levantar una estructura de acceso directo. Y dado que alcanza la segunda planta, es de suponer que en ella estuvo la puerta de acceso.
En 1084 los cristianos, terminada la reconquista de la zona, entronizaron la imagen de la Virgen en la ermita que hoy todavía se conserva.
Según la tradición, la talla de la Virgen fue venerada con anterioridad a 1084. A raíz de la dominación árabe, fue escondida en una oquedad profunda y peligrosa para que nadie pudiera descubrirla, y posteriormente recuperada, cerca de la ermita, una vez reconquistado el terreno por los cristianos.
En el siglo XVIII el historiador Padre Faci escribió en 1739 su monumental obra 'Aragón Reyno de Christo y dote de María Santísima', en el que recopiló las historias y tradiciones de la mayoría de las ermitas y santuarios marianos del reino de Aragón. Respecto a la Virgen de Torreciudad publicó: 'Tiene la Santa Imagen su nombre por el sitio en que está su iglesia situada: su antigüedad es desde los tiempos de la reconquista de aquel Partido, que fue por los años 1083 o siguientes, por nuestro rey Don Sancho Ramírez. Expelidos por los cristianos, los moros que presidiavan y habitavan el Castillo y pueblo de Torreciudad, dedicaron los vencedores su Mezquita a una Santa Imagen de Nuestra Señora que no lejos de aquélla hallaron, y es la misma que hoy se venera'.
Fray Roque Alberto Faci (1684-1744) fue religioso carmelita, historiador y escritor prolífico que empleó el latín y el castellano en sus obras: varias biografías de religiosos carmelitas, entre éstas la Vida de Santa Teresa de Jesús; y 'Memoria de la aparición de Nuestra Señora de Zaragoza la Vieja'; así como el ya mencionado 'Aragón, Reyno de Crhisto y dote de María Santísima'.
El historiador Faci, también escribe de la Virgen de Torreciudad: 'Ha sido grande su veneración desde que fue colocada en su antigua iglesia, y muchos los milagros y favores que los devotos han experimentado en su intercesión. Es la Santa Imagen de madera: está sentada en una silla y tiene al Niño Jesús delante del pecho'.
Con la conquista en 1101, por Pedro I, de la ciudad de Barbastro, y alejada por tanto la frontera con los musulmanes, perdió Torreciudad la utilidad militar que había tenido durante una generación como atalaya y punta de lanza de la Reconquista. Entonces, afirma el historiador Antonio Durán Gudiol, 'Torreciudad fue perdiendo su población y la primacía sociopolítica en beneficio del vecino castillo y lugar de El Grado. Pero subsistió la iglesia de Santa María como santuario preferido por los vecinos de la comarca. Carácter que ha conservado desde los primeros tiempos de la Baja Edad Media hasta la actualidad'.
Artículos y audioguías relativas al Santuario de Torreciudad:
- (I). Introducción.
- (II). Origen.
- (III). La antigua ermita.
- (IV). El templo.
- (V). El retablo.
- (VI). La imagen de Ntra. Señora.
- (VII). El órgano.
- (VIII). Sendero de los Dolores y Gozos de San José. (1ª parte).
- (IX). Sendero de los Dolores y Gozos de San José. (2ª parte).
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