Barbastro es un centro comercial y de servicios de primer orden: administrativos, culturales, educativos, sanitarios, asistenciales...; capaz de abastecer tanto a la población de la Comarca del Somontano como a la de las comarcas vecinas. La actividad comercial, cimentada en el pequeño comercio tradicional, se ha ido extendiendo desde la Plaza del Mercado hacia otras zonas, hecho que denota su continua evolución, especialización y diversificación; constituyendo uno de los principales pilares económicos de la ciudad.
La tradición y la cultura comercial en
Barbastro se remonta a la segunda mitad del siglo XI, período en que aparece el mercado, institución que fue elemento sustentador de la infraestructura comercial. La actividad mercantil se remonta a la Edad Media, y en 1208 recibió del
rey Pedro II los derechos y protecciones precisas para su realización. La concesión de los mercados era prerrogativa real y solían tener una periodicidad semanal y sin especialización de ningún tipo, a diferencia de éstos, las ferias solían reunirse anualmente y tenían una reglamentación más estricta, su importancia fue mayor tanto por el volumen comercial como por la disparidad de la procedencia de los mercaderes.
A través de los protocolos del siglo XV se encuentran los precedentes a la gran expansión económica que supuso el siglo XVI. También se atestiguan todas aquellas actividades que realizaron los comerciantes de Barbastro: inversión en deuda, inversión en rentas, compraventas, especulación en grano y tráfico de manufacturas. Con el siglo XVI vino el gran esplendor comercial, y muestra de ello es la concesión de la
Feria de la Candelera, y es a partir de mitad de siglo cuando se encuentran verdaderas compañías comerciales trabajando en la ciudad. A pesar de la larga crisis del siglo XVII, en el que descendió el peso del comercio y la manufactura, a partir del siglo XVIII el Somontano de Barbastro inició la recuperación, el crecimiento demográfico produjo la apertura de un pequeño mercado local que recapitalizó los sectores productivos de la ciudad y se reiniciaron las actividades artesanales con fuerza.
Según Ignacio de Asso, en su Historia de la Economía Aragonesa, ya se decía de Barbastro que destacaba porque 'sus tiendas eran muchas, y en todas se encontraban objetos de uso del país y de lujo para las clases acomodadas que no tienen necesidad de acudir a otros puntos para llenar sus deseos de gusto y elegancia'. Durante la
Guerra de los Pirineos, concretamente entre diciembre de 1794 y enero de 1795, el comercio no era floreciente, y además las intensas relaciones comerciales con Francia estaban cortadas. Pero a pesar de ello, los comerciantes de Barbastro mantenían su actividad comercial con la venta de géneros, no solo españoles sino ultramarinos, que llegaban de Inglaterra o de las colonias a los puertos catalanes o levantinos.
Las zonas más comerciales de Barbastro son la calle Argensola (o también llamada 'calle Mayor'), la calle Monzón (actualmente denominada calle Joaquín Costa),
Plaza del Mercado y 'Rioancho' (que comprende las calles General Ricardos, Romero, San Ramón y el
Paseo del Coso), destacando que con sus porches y enlosados facilitan al público sus compras, haciendo de la ciudad un gran
centro comercial abierto. Aquí se siguen manteniendo algunas tiendas que da gusto verlas: bonitas y con encanto. Haciendo
turismo libre por la ciudad, merece la pena darse una vuelta por estas calles más auténticas, donde es posible encontrar comerciantes, productos y tiendas con especial sabor que mantienen la tradicional cultura comercial de la ciudad.
Todo ello nutre la vida diaria de la ciudad, en la que se respira una actividad comercial que con sus más y sus menos ha llegado a nuestros días. Los comerciantes fidelizan a su clientela gracias al especial trato personal que dan a los cliente y por el producto ofertado. Ellos mismos valoran especialmente la limpieza de la ciudad, el estado de las aceras, el trasporte público, la iluminación de las calles, el mobiliario urbano, la seguridad, las ofertas de ocio y la oferta comercial propia de Barbastro.
Durante los últimos años se ha realizado un importante esfuerzo para colocar una señalización clara, tanto urbanística como comercial, que sirva de ayuda para el visitante de la ciudad; evitando colapsos circulatorios en las calles más comerciales y dando facilidades para la circulación de vehículos. Se ha trabajado por reducir las barreras sobre la movilidad, con la ampliación de las zonas peatonales y con aceras más anchas. Los nuevos aparcamientos gratuitos dotados con 260 plazas para vehículos y autobuses en la antigua 'Huerta de Maza', cerca del puente del Portillo, son una buena aportación municipal para la zona más comercial de Barbastro. La ubicación de esta zona de aparcamiento en pleno casco urbano, en las proximidades de la Plaza del Mercado, sector General Ricardos y Calle San Ramón, es una garantía de encontrar estacionamiento para los usuarios.
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Barbastro, centro comercial.
Barbastro es un centro comercial y de servicios de primer orden: administrativos, culturales, educativos, sanitarios, asistenciales, etcétera; capaz de abastecer tanto a la población de la Comarca del Somontano como a la de las comarcas vecinas. La actividad comercial, cimentada en el pequeño comercio tradicional, se ha ido extendiendo desde la Plaza del Mercado hacia otras zonas, hecho que denota su continua evolución, especialización y diversificación; constituyendo uno de los principales pilares económicos de la ciudad.
La tradición y la cultura comercial en Barbastro se remonta a la segunda mitad del siglo once, período en que aparece el mercado, institución que fue elemento sustentador de la infraestructura comercial. La actividad mercantil se remonta a la Edad Media, y en 1208 recibió del rey Pedro Segundo los derechos y protecciones precisas para su realización. La concesión de los mercados era prerrogativa real y solían tener una periodicidad semanal y sin especialización de ningún tipo, a diferencia de éstos, las ferias solían reunirse anualmente y tenían una reglamentación más estricta, su importancia fue mayor tanto por el volumen comercial como por la disparidad de la procedencia de los mercaderes.
A través de los protocolos del siglo quince se encuentran los precedentes a la gran expansión económica que supuso el siglo dieciséis. También se atestiguaan todas aquellas actividades que realizaron los comerciantes de Barbastro: inversión en deuda, inversión en rentas, compraventas, especulación en grano y tráfico de manufacturas. Con el siglo dieciséis vino el gran esplendor comercial, y muestra de ello es la concesión de la Feria de la Candelera, y es a partir de mitad de siglo cuando se encuentran verdaderas compañías comerciales trabajando en la ciudad. A pesar de la larga crisis del siglo diecisiete, en el que descendió el peso del comercio y la manufactura, a partir del siglo dieciocho el Somontano de Barbastro inició la recuperación, el crecimiento demográfico produjo la aperrtura de un pequeño mercado local que recapitalizó los sectores productivos de la ciudad y se reiniciaron las actividades artesanales con fuerza.
Según Ignacio de Asso, en su Historia de la Economía Aragonesa, ya se decía de Barbastro que destacaba porque sus tiendas eran muchas, y en todas se encontraban objetos de uso del país y de lujo para las clases acomodadas que no tienen necesidad de acudir a otros puntos para llenar sus deseos de gusto y elegancia. Durante la Guerra de los Pirineos, concretamente entre diciembre de 1794 y enero de 1795, el comercio no era floreciente, y además las intensas relaciones comerciales con Francia estaban cortadas. Pero a pesar de ello, los comerciantes de Barbastro mantenían su actividad comercial con la venta de géneros, no solo españoles sino ultramarinos, que llegaban de Inglaterra o de las colonias a los puerrtos catalanes o levantinos.
Las zonas más comerciales de Barbastro son la calle Argensola, o también llamada calle Mayor; la calle Monzón, actualmente denominada calle Joaquín Costa; Plaza del Mercado y 'Rioancho', que comprende las calles General Ricardos, Romero, San Ramón y el Paseo del Coso; destacando que con sus porrches y enlosados facilitan al público sus compras, haciendo de la ciudad un gran centro comercial abierto. Aquí se siguen manteniendo algunas tiendas que da gusto verrlas: bonitas y con encanto. Haciendo turismo por la ciudad, merece la pena darse una vuelta por estas calles más auténticas, donde es posible encontrar comerciantes, productos y tiendas con especial sabor que mantienen la tradicional cultura comercial de la ciudad.
Todo ello nutre la vida diaria de la ciudad, en la que se respira una actividad comercial que con sus más y sus menos ha llegado a nuestros días. Los comerciantes fidelizan a su clientela gracias al especial trato personal que dan a los cliente y por el producto oferrtado. Ellos mismos valoran especialmente la limpieza de la ciudad, el estado de las aceras, el trasporte público, la iluminación de las calles, el mobiliario urbano, la seguridad, las oferrtas de ocio y la oferrta comercial propia de Barbastro.
Durante los últimos años se ha realizado un importante esfuerzo para colocar una señalización clara, tanto urbanística como comercial, que sirva de ayuda para el visitante de la ciudad; evitando colapsos circulatorios en las calles más comerciales y dando facilidades para la circulación de vehículos. Se ha trabajado por reducir las barreras sobre la movilidad, con la ampliación de las zonas peatonales y con aceras más anchas. Los nuevos aparcamientos gratuitos dotados con más de 260 plazas para vehículos y autobuses en la antigua Huerrta de Maza, cerca del puente del Porrtillo, son una buena aportación municipal para la zona más comercial de Barbastro. La ubicación de esta zona de aparcamiento en pleno casco urbano, en las proximidades de la Plaza del Mercado, sector General Ricardos y Calle San Ramón, es una garantía de encontrar estacionamiento para los usuarios.
Gracias por su audición.
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Muchas gracias.
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Barbastro es un centro comercial y de servicios de primer orden: administrativos, culturales, educativos, sanitarios, asistenciales...; capaz de abastecer tanto a la población de la Comarca del Somontano como a la de las comarcas vecinas. La actividad comercial, cimentada en el pequeño comercio tradicional, se ha ido extendiendo desde la Plaza del Mercado hacia otras zonas, hecho que denota su continua evolución, especialización y diversificación; constituyendo uno de los principales pilares económicos de la ciudad.
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