Feria de Artesanía de Naval


Feria de Artesanía en Naval (Somontano, Huesca, Aragón, España)

El origen de la Feria de Naval hay que buscarlo en la Edad Moderna, cuando en el siglo XVII a raíz de la Guerra de Secesión catalana (1640-1652), Felipe IV utiliza los bosques de Naval y sus hombres, así como carros para transportar los víveres que precisaba su ejercito para luchar contra el ejército francocatalán. Debido a esta guerra el Reino de España debía a la villa de Naval la cantidad de 20.354 reales y el Concejo decidió reclamar en compensación los privilegios necesarios para la realización de dos mercados y una feria para incentivar su actividad económica. La Corona en 1645 concedió la actual feria siempre que no coincidiera con las ferias que ya tenían lugar en Barbastro y Huesca.


Esta feria fue durante años punto de encuentro entre el llano y la montaña pero a mediados del siglo XX desapareció. En el año 2000 el Ayuntamiento decidió recuperar esta feria, y a día de hoy se ha consolidado como un referente ferial entre las gentes de la redolada, y se ha convertido en uno de los activos promocionales y de turismo de la villa salinera, a pesar de celebrarse en condiciones plenamente invernales.

En la última edición acudieron unos cuarenta y cuatro puestos a esta cita ferial, los cuales también disponen de espacio en el local social para el supuesto que la jornada no pudiese desarrollarse al aire libre debido a la inclemencia del tiempo. La habitual gran tronca y las brasas de la hoguera en el centro de la plaza Mayor sirve para caldear el ambiente y permitir el desarrollo de compras y encuentros entre los visitantes, vecinos del Somontano y de otras comarcas vecinas, como antaño.

La feria aglutina, entorno a la plaza Mayor y calles aledañas, a artesanos llegados de varios rincones de Aragón y Cataluña, pero en especial pequeños artesanos de la agroalimentación de la Comarca del Somontano que ven en esta feria una buena ocasión para la promoción de sus productos: quesos de las Almunias de Rodellar, membrillos y vinagres balsámicos de El Grado, vino y aceite de Barbastro, repostería y cerámica de Naval, licores, miel, embutidos, jamones, tortetas, textiles, útiles del hogar, … Además de la agroalimentación de dentro y fuera del Somontano, en la feria se dan cita artesanos de la madera, del textil, libros de viejo y antigüedades, juguetes, bisutería, complementos, …

La visita a Naval es aprovechable para realizar un recorrido por sus calles, en la que destacan la iglesia-colegiata de Santa María, declarada monumento histórico-artístico, alfolíes o antiguos almacenes para almacenar sal. Los salinares de 'La Rolda' están entre las citas habituales de la localidad con el 'Camino de la Sal', recorrido didáctico por el entorno de Naval. Además, en este día, se abren las puertas del Centro de Interpretación de la alfarería con entrada libre, para conocer un oficio estrechamente ligado a la localidad.

Para ambientar la feria, un grupo de animación ofrece varios espectáculos de calle, mientras que los 'Dulzaineros del Somontano' ponen la nota musical, y el alfarero David Echebarría ofrece talleres de cerámica para los niños. A primera hora para combatir el frío, en algún puesto se ofrece un caldo para los asistentes, acompañado de jamón y vino. Pero el plato fuerte llega a la hora de comer, sobre las dos del mediodía, cuando las mujeres de Naval sirven cientos de cuencos de cerámica autóctona (que constituyen un sello de identidad de esta localidad), llenos con un guiso de caldereta de cerdo, pan y vino que hace las delicias de los asistentes. Para poder acceder a la degustación es preciso retirar previamente un ticket por el valor simbólico de unos tres euros.

Si el tiempo lo permite, la feria permanece abierta desde las 9 de la mañana hasta las primeras horas de la tarde.


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1 comentarios:

descubre.somontano dijo...

El origen de la Feria de Naval hay que buscarlo en la Edad Moderna, cuando en el siglo XVII a raíz de la Guerra de Secesión catalana (1640-1652), Felipe IV utiliza los bosques de Naval y sus hombres, así como carros para transportar los víveres que precisaba su ejercito para luchar contra el ejército francocatalán. Debido a esta guerra el Reino de España debía a la villa de Naval la cantidad de 20.354 reales y el Concejo decidió reclamar en compensación los privilegios necesarios para la realización de dos mercados y una feria para incentivar su actividad económica. La Corona en 1645 concedió la actual feria siempre que no coincidiera con las ferias que ya tenían lugar en Barbastro y Huesca.