Estatua General Antonio Ricardos y Carrillo de Albornoz

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Estatua General Antonio Ricardos y Carrillo de Albornoz (Somontano, Huesca, Aragón, España)

El General Ricardos nació en el año 1727, y falleció en Madrid en 1794.

Nació en la misma casa que los hermanos Argensola (Casa de la Cultura en Barbastro). Era hijo de militar y sobresalió, desde temprano, como oficial de caballería, en el regimiento que mandaba su padre (el de Caballería de Malta) del que, como noble, fue capitán comenzada su adolescencia. Durante la Guerra de Sucesión austriaca (1740-1748) tomó parte en las acciones de Piacenza y el río Tedone, destacando hasta el punto de suceder a su padre en el mando del regimiento, con dieciséis años de edad. Combatió en la guerra con Portugal, consiguiendo el generalato, tras lo que se dedicó a estudiar la organización militar prusiana, capacitación que le valió ser enviado por Carlos III a reorganizar el dispositivo militar de la Nueva España.

En 1768 fue miembro de la comisión para el establecimiento de los límites exactos entre España y Francia. Los méritos contraídos consiguieron para él una Encomienda de Santiago, lo que le serviría de escudo contra las acechanzas inquisitoriales, como las hubo contra tantos reformistas ilustrados de la España de entonces. Cofundador de la Real Sociedad Económica de Madrid y llegado a teniente general e inspector de Caballería, creó el Colegio Militar de Ocaña, en donde introdujo nuevos métodos de formación moderna para el conjunto de oficiales del Arma o instituto combatiente. Pero la Inquisición no cejó en su oposición contra él y hubo de dejarlo, recibiendo modesto destino al frente del ejército en Guipúzcoa.

Guerra del Rosellón

Cuando España declaró la guerra a la República Francesa, tras la ejecución de Luis XVI, Godoy se asesoró de él. Carlos IV lo promovió a Capitán General de Cataluña, con competencias de gobernador del Principado (1793), en cuya condición tomó el mando del ejército para invadir el Rosellón. Entre abril y septiembre tomó Arlés, el río Tec y Bellegarde, venciendo, por sus condiciones de estratega y táctico, en Mas Deu y en la batalla de Truillás, causando allí seis mil muertos al enemigo. Su rival, Dagovert, no pudo con él, a pesar de que Ricardos, falto de apoyos, hubo de retirarse con 20.000 hombres y 106 piezas artilleras, acosado a poca distancia, sin perder hombres ni equipo, y aguantando tres ataques generales y once combates durante casi un mes en sus atrincheramientos, sin ceder posiciones ni piezas. Aún pudo vencer a los ejércitos de la Convención republicana en Asprés, tomando Port Vendres, Santelme y Collioure, dominando, así, toda la costa rosellonesa. Sin medios para continuar una campaña que alcanzó resonancia europea, regresa a Madrid, para exigir apoyo a Godoy. Y estando en la gestión, muere en 1794. Desde ese momento, la guerra en el Pirineo oriental comienza a perderse por los españoles, faltos de un jefe que pudiera suplir las virtudes humanas y profesionales de Ricardos.

Condecorado con la Gran Cruz de la Orden de Carlos III, la más alta distinción de la Monarquía, su muerte supuso para su viuda el título de condesa de Truillás, como prueba tangible de lo que la Corona adeudaba a este distinguido servidor, cuya obra más querida, su Escuela Militar de Ocaña, no pudo continuar. Adicto al grupo de Aranda ('partido aragonés') y admirador de los enciclopedistas, es un ejemplo del militar moderno del siglo XVIII español y europeo.


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