Santuario de Torreciudad (IX): El Sendero de los Dolores y Gozos de San José. (Segunda Parte)

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El Sendero de los Dolores y Gozos de San José en el Santuario de Torreciudad (Somontano, Huesca, Aragón, España)

Cuarto dolor

Simeón los bendijo, y dijo a María, su madre: Mira, éste ha sido puesto... como signo de contradicción... para que se descubran los pensamientos de muchos corazones (Lc 2, 34-35).


La Presentación de Jesús en el Templo es para los orientales la 'fiesta del Encuentro'. El hecho de que Jesús sea presentado en brazos de María y José aporte la ofrenda de los pobres, dos tórtolas, es algo que da cumplimiento a la ley de Moisés con respecto al hijo primogénito. Era una escena corriente y conocida por los demás.

Simeón advierte a María y a José lo que habrán de sufrir aquellos que quieran estar con Jesús. Serán perseguidos por causa de la justicia, por vivir conforme a la verdad. Y a María se le augura que su alma será traspasada por una espada de dolor.

José sufre por la dureza de los corazones de tantos que no admiten ni a Jesús y ni la verdad que predicó, porque buscan su verdad, su felicidad egoístamente. Y sufre por cuantos son maltratados por cumplir la voluntad de Dios.

Cuarto gozo

Porque han visto mis ojos tu salvación, la que preparaste ante todos los pueblos; luz para iluminar a las naciones (Lc 2, 30-31).

San Lucas presenta al anciano Simeón como 'hombre justo y piadoso', hombre de fe viva. Impulsado por el Espíritu, vino al templo cuando los padres traían al Niño. Este anciano debió pertenecer a los círculos religiosos jerosolimitanos que esperaban con ansia la próxima venida del Mesías.

Las gentes se agolpan junto a la Sagrada Familia y al anciano sacerdote, y están mirando la Luz. Son los albores del cumplimiento de las palabras de Simeón, quien agradece a Dios haber podido ver al Mesías antes de morir. En ese niño presentado ha descubierto al Mesías. Inundándose de gozo, proclama un cántico de acción de gracias.

Si la espada anunciada a María entristeció a José, ahora se regocija con Simeón. Y es que en Jesús se nos oferta la salvación universal.

Quinto dolor

El ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto, y estate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo (Mt 2,13).

José, cabeza de familia y tutor del niño, recibe un duro anuncio de parte del ángel. Debe huir sin pérdida de tiempo y emprender viaje hacia Egipto. Sin contratos sociales, sin saber cuánto duraría el destierro. Los evangelios apócrifos mitigan y endulzan esta huida y marcha por el desierto, que buen pudo durar una docena de días.

La Sagrada Familia se siente perseguida a causa del Niño. Se hacen emigrantes los tres en busca de refugio. No se puede precisar el lugar exacto donde estuvieron, pero en el país del Nilo había bastantes colonias de judíos y, por otro lado, ya desde antiguo se consideraba ordinario refugio para los desterrados de Israel. El dolor, sin embargo, está ahí. Huir en la noche, salir de su tierra temiendo la persecución. Sabor amargo de una obligada salida de Belén.

Quinto gozo

Y estuvo allí hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que dice el Señor por el profeta: «De Egipto llamé a mi hijo» (Mt 2,15).

Sin él saberlo, se están cumpliendo las Escrituras sagradas. No conoce hasta cuándo tienen que estar en Egipto. De momento está viviendo donde Dios quiere, como Dios quiere, con quien Dios quiere, hasta que Dios quiera. Procurando trabajar y entablar amistades, santificando lo que tiene que hacer en esos momentos. Porque ahí le espera Dios.

Y aquel tirano caprichoso, Herodes coronado rey, ha muerto. Una luz gozosa se enciende en José: regresar a su tierra para seguir cuidando de la Sagrada Familia en el hogar encomendado, donde crece el Redentor.

Sexto dolor

El se levantó, tomó al niño y a su madre y regresó a la tierra de Israel. Pero al oír que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, temió ir allá (Mt 2, 21-22).

José, obediente como siempre a la voz de Dios, se dispone a regresar a su tierra. Pero, al enterarse de que Herodes había puesto al frente de Judea a Arquelao su hijo, tan cruel como el padre, tuvo miedo. Y cambió la dirección del viaje. En lugar de ir hacia el Sur, se dirige hacia el Norte, siguiendo el camino de la costa para quedarse en la Galilea de los gentiles, de donde salió para empadronarse en Belén. Aunque camina contento, está preocupado por solucionar los problemas de cada día, por evitar los peligros del camino. Y no descansará tranquilo hasta el final del viaje. Se estableció en Nazaret, donde Jesús habría de pasar escondido la mayor parte de su vida.

Quedarse en los dominios de Arquelao, hubiera sido una amenaza constante para el niño Jesús. Dios no ahorra al santo patriarca el miedo ni el dolor. Pero el plan de Dios se cumplirá, aunque sea preciso cambiar de orientación.

Sexto gozo

Y fue a vivir a una ciudad llamada Nazaret, para que se cumpliera lo dicho por los profetas: será llamado Nazareno (Mt 2,23).

Hoy todos los caminos de Tierra Santa llevan a Nazaret. Aunque Lucas la denomina ciudad, era una aldea desconocida. Ni siquiera Flavio Josefo, buen conocedor de la geografía palestina, la menciona. El hecho de su importancia se debe a la vida humilde, oscura y escondida a los ojos del mundo que había de llevar el Mesías en Nazaret.

En Nazaret estableció José de nuevo su taller de artesano. Trabaja y trabaja con la garlopa. María también trabaja. Y Jesús, todavía niño, juega con las virutas de serrín; aprende a moverse entre clavos y maderos para el momento de la redención.

José goza porque Dios ha querido que sea artesano, padre y esposo. Porque, precisamente en medio de esas tareas, él está con Jesús y con la Virgen María. Trabajar satisface humanamente, es medio de subsistencia, sirve para sacar adelante la familia.

Séptimo dolor

Le estuvieron buscando entre los parientes y conocidos, y al no hallarle, volvieron a Jerusalén en su busca (Lc 2, 44-45).

El único episodio, que sobre la vida privada de Jesús relatan los evangelios, no es ejemplarizante. Jesús adolescente, en la primera vez que peregrina al templo, se queda en Jerusalén, sin decir nada a sus padres. Bien es verdad que Lucas termina la escena afirmando que 'Bajó con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos'.

Pero el sofoco para José y María fue grande. Se sienten responsables de la pérdida. Tienen como misión custodiar al niño y lo han perdido. Los niños tenían libertad de movimientos; era natural que fuera en alguno de los grupos un tanto desordenados de la caravana.

José y María preguntaron a unos y a otros. Nadie sabía nada. Tres días que se hacían larguísimos. A otros este suceso les dejaba indiferentes, a sus padres no. Sufrían sobremanera porque valoraban quién era Jesús. El séptimo dolor de José se comparte igualmente por María.

Séptimo gozo

Al cabo de tres días lo hallaron en el Templo, sentado en medio de los doctores, escuchándoles y haciéndoles preguntas (Lc 2,46).

Tras la penosa búsqueda, llegó el feliz encuentro. Y el gozo correspondiente. María, impulsada por el amor de madre, le manifestó la pena que tenían ambos por ignorar su paradero. Y Jesús responde de una manera que sus padres no lo comprendieron. La primera palabra de Jesús adolescente hasta parece displicente: '¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?'.

En esta respuesta excepcional, Jesús llama a Dios su Padre, con propiedad y exclusividad únicas. Es consciente de su obra mesiánica. Su 'misión' es estar en las 'cosas', templo, de su Padre. Sus padres, guardando estas palabras en su corazón, lo comprenderían más tarde.

Artículos y audioguías relativas al Santuario de Torreciudad:

- (I). Introducción.
- (II). Origen.
- (III). La antigua ermita.
- (IV). El templo.
- (V). El retablo.
- (VI). La imagen de Ntra. Señora.
- (VII). El órgano.
- (VIII). Sendero de los Dolores y Gozos de San José. (1ª parte).
- (IX). Sendero de los Dolores y Gozos de San José. (2ª parte).


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