Para muchos barbastrenses esta plaza es un lugar que prácticamente les ha visto crecer y por la que han pasado en multitud de ocasiones durante distintas etapas de sus vidas. Un ejemplo ilustrativo de los recuerdos y experiencias de cualquier barbastrense anónimo sería: 'La Plaza del Mercado era sitio de paso obligado en mi niñez, cuando volvía del colegio en dirección a la Biblioteca municipal, o mejor aún, a la tienda de juguetes de Sambeat, cuyo escaparate era una delicia para todos los niños. A la Plaza, además de frutas y hortalizas, se iba a comprar calzado en alguna de las 'alpargaterías' que había allí desde principios del siglo XX, se compraba pan, así como repostería en cualquiera de las varias panaderías allí situadas y se visitaban los Almacenes de San Pedro, un modernista edificio que para los paisanos era casi como los Almacenes Harrods en Londres. Algunos de los pasteles más ricos estaban, y están afortunadamente, en la pastelería de la plaza. También hay una pescadería, una tienda de electricidad y un fotógrafo, además de una librería, que allí sigue, aunque no esté en la plaza propiamente dicha, sino en la calle Romero, que para el caso es lo mismo...'.
Las casas más antiguas, con soportales de baja altura y un marcado aire popular, conforman un frente compacto y uniforme. El tiempo y los cambios de gusto que cada época trajo consigo, fueron transformando este escenario para la vida cotidiana de los barbastrenses. Es un espacio cuadrangular, cerrado y porticado, situada en un lugar céntrico, en pleno casco histórico, entre la calle Romero y la Calle Argensola. Hoy en día la plaza es totalmente peatonal, pero es posible encontrar estacionamiento para los vehículos a pocos metros en el aparcamiento del Puente del Portillo.
La plaza del Mercado de Barbastro es un ejemplo de plaza porticada aragonesa, sin responder a una planificación urbanística, sino al deseo de sus habitantes de construir una plaza con soportales, que protegieran de las inclemencias del tiempo a quienes acudían a la ciudad a poner en venta sus productos. Así nace como centro tradicional de la actividad comercial de la localidad y de la Comarca del Somontano. En ella tiene lugar cada sábado el mercado de frutas y verduras, procedentes de las regiones frutícolas del Cinca Medio, la Litera y del Bajo Cinca, así como de comarcas leridanas, y durante la semana también es posible encontrar a hortelanos locales de toda la vida, vendiendo planta y los productos típicos de la huerta barbastrense, de entre los cuales destacaremos el Tomate Rosa de Barbastro.
Además de esta función comercial y social, es habitualmente escenario de actos públicos y eventos culturales a lo largo de todo el año como, Carnavales, Semana Santa, Fiesta del Crespillo, Feria del libro, Mercado Medieval, mercado de coleccionistas, actividades solidarias, etc..., y con especial importancia para el desarrollo de actos correspondientes a las fiestas patronales de la localidad.
En los lados porticados, además de comercios tradicionales y otros renovados, cafeterías y restaurantes, el Gran Hotel,... se encuentra la casa natal de San Josemaría Escrivá de Balaguer, convertida en la actual sede del Centro Cultural Entrearcos.
Desde la plaza por la calle Argensola podemos llegar hasta la Catedral, Museo Diocesano, Ayuntamiento, Puente del Portillo, y visitar otros lugares de gran tradición cultural de la ciudad como, el colegio de los Padres Escolapios, la Casa de la Cultura y el Centro de la UNED en Barbastro, este último un gran edificio acristalado de arquitectura contemporánea.
La calle Romero nos llevara a una de las zonas comerciales de la ciudad formada conjuntamente con la calle San Ramón, y hacia el Paseo del Coso, otra de las arterias principales de la localidad.
La plaza es un lugar ideal para disfrutar realizando compras, practicar el turismo libre, así como un espacio tranquilo para relajarse y sentarse en alguna de las terrazas que los hosteleros instalan para el consumo de alguna bebida o la degustación de alguna delicia gastronómica.
Durante la Baja Edad Media el mercado se convirtió en espacio primordial del entramado urbano. Centro abastecedor y administrador de productos en ferias y mercados.
En época musulmana este espacio era el entorno del centro político-religioso de la ciudad árabe con muralla de adobe y sin estar fuertemente protegida. Después de la toma de Barbastro, Pedro IV advierte de la necesidad de amurallar esta zona, y por necesidades de espacio se traslada aquí el mercado. La idea es disponer de un lugar más amplio, cómodo y un entorno urbanístico que la engalanase para celebrar allí ferias y mercados.
De este modo la plaza se convertiría en la sede del mercado que tenía lugar todos los martes, y también para la celebración de una feria anual el día de San Bartolomé. Se concedió a Barbastro otra feria en el siglo XV para el mes de abril y posteriormente en el siglo XVI la reina Germana de Foix, esposa de Fernando el Católico, autoriza otra feria para el mes de febrero, siendo esta el origen de la actual Feria de la Candelera.
A finales del siglo XV gran parte de los edificios adyacentes pertenecían a importantes familias de judíos conversos, tales como Santángel, Falcón, Boil o Verdeguer. Estas y otras familias conversas vivieron una coyuntura especialmente severa en esos momentos, debido a la presión impuesta por los tribunales inquisitoriales.
Otra familia importante que aparece relacionada con la Plaza del Mercado es la familia Alagón. En 1453 esta notable familia reclamó al monarca los bienes que habían sido incorporados al patrimonio real en 1417, entre los que se contaban dos palacios, uno en el castillo y otro en La Fustería o morería baja, derechos sobre peajes, bancaje, tintes, peso, almudí y el monopolio sobre la carnicería de los moros, y fueron devueltos por Alfonso V. En el siglo XVI los bienes volvieron a pertenecer al patrimonio real, posteriormente fueron devueltos a la familia y, en 1526, fueron comprados finalmente por la ciudad.
La manzana de casas donde se encontraba el almudí fue derribada en 1919, sirviendo para ampliar el tamaño de la plaza, fusionando la plaza con la calle Romero.
En 1926 se concibió un proyecto urbanístico que pretendía dotar de regularidad a este espacio urbano, con nuevas construcciones fruto de la nueva estética de principios de siglo. A este momento responden edificios como Almacenes San Pedro y Casa Calonge, propios de esta arquitectura historicista con reminiscencias modernistas, cuyos elementos más destacados son las esbeltas columnas de orden gigante que dotan de unidad a los dos edificios.
En un extremo se encuentra la Capilla de Santa Ana, pequeño templo público de los siglos XVI a XIX que en el pasado perteneció a la antigua Cofradía de Santa Ana y que hoy en día cuidan los comerciantes de la plaza del Mercado, calle Argensola y calle Romero. Por un documento de 1437 sabemos que en este mismo lugar podría haber habido también un hospital de moros y un obrador de alfarería.
En 1977 tuvo lugar la última gran reforma que afectó a este espacio con la construcción del Centro Cultural Entrearcos, según un proyecto de Heliodoro Dols, en el solar donde estuvo la casa de San Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei. El edificio reproduce en su planta baja los soportales propios del sector más popular de la plaza, utiliza ladrillo para los muros y para la galería de arquillos de medio punto que culmina la fachada. Por último, presenta un alero muy volado que, en parte retoma la tradición de los aleros del siglo XVI labrados en madera, y reproduce el estilo más tradicional gracias a la combinación de tejas y ladrillos en esquinilla, del tipo pico de pajarico.
El papel original como enclave mercantil para la que fue pensada, diseñada y construida la Plaza del Mercado en época medieval como lugar de ferias, mercados, centro de la vida social, continua vigente hasta la actualidad.
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Para muchos barbastrenses esta plaza es un lugar que prácticamente les ha visto crecer y por la que han pasado en multitud de ocasiones durante distintas etapas de sus vidas. Un ejemplo ilustrativo de los recuerdos y experiencias de cualquier barbastrense anónimo sería: 'La Plaza del Mercado era sitio de paso obligado en mi niñez, cuando volvía del colegio en dirección a la Biblioteca municipal, o mejor aún, a la tienda de juguetes de Sambeat, cuyo escaparate era una delicia para todos los niños.
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