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Santuario de Torreciudad (VI): La Imagen de Nuestra Señora

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La Imagen de Nuestra Señora en el Santuario de Torreciudad (Somontano, Huesca, Aragón, España)

La imagen de Nuestra Señora de Torreciudad está tallada en madera de álamo o carrasca y gracias a una cuidadosa conservación a lo largo de los siglos, se encuentra en muy buen estado. Tiene una altura de 83 centímetros. No se hallaron restos de la policromía original y la madera ha sido tratada por expertos en trabajos de restauración, dejando al descubierto la primitiva expresión de los rostros de la Virgen y del Niño y la espléndida belleza de la talla, el manto y las túnicas. En 1974 se completaron los trabajos de restauración con la desinsectación y consolidación de partes dañadas, la policromía y el chapado. Para enlazar con la tradición y la dignidad de estas imágenes destinadas al culto y para realzar la calidad de la escultura respetando su valor plástico, se recubrieron con una lámina dorada el trono y las vestiduras en su totalidad.


Presenta una sensación de bloque compacto, con fuerte bizantinismo que parece dar vida a la obra. El Niño se presenta ligeramente desplazado hacia el lado izquierdo y la Virgen mantiene los brazos paralelos, aunque la mano derecha la va girando levemente hacia arriba para presentar el atributo. Esta pieza, al igual que las coronas, ya que es sabido que la Virgen antes dejaba vistos los pliegues sobre la cabeza, han sido colocadas con ocasión de la restauración.

La cabeza de la Virgen está ligeramente inclinada hacia su derecha. El rostro, de estructura maciza, es ovalado. El carácter de las facciones, la actitud frontal de las figuras, su hieratismo que le da un aire de gran seriedad, la desproporción de cabezas y manos y el tratado plano de los pliegues del manto y de las túnicas, responden plenamente al canon románico. Su gran arcaísmo da pie a pensar en su posible relación con las obras realizadas en los talleres que tuvieron como centro Roda de Isábena, activos ya en el siglo XI y que en el siglo siguiente alcanzaron notable desarrollo.

Indudablemente, esta imagen de la Virgen de Torreciudad puede considerarse un ejemplar de indiscutible interés desde el punto de vista histórico y estilístico. Su tipo iconográfico es el de las imágenes llamadas 'Majestad de Nuestra Señora' o Sedes sapientiae (Asiento de la Sabiduría), tan difundido en la Alta Edad Media por toda la Europa Occidental.

La clave de esta tipología es la forma en la que María muestra su único Hijo a todos, convertida a la vez en un trono desde el que canaliza hacia la Humanidad su función materna. Este es el momento del simbolismo, el paso desde una realidad que pertenece a la naturaleza a una percepción sensible que pertenece al nivel sobrenatural de la fe. Y no se puede dejar de aceptar que el lenguaje simbólico responde a la religiosidad popular, desde el momento en que el conjunto de los fieles percibe así más fácilmente el mensaje religioso que le es comunicado.

Es muy difícil determinar la escuela donde se originó este tipo iconográfico y las trayectorias de su difusión, pero es probable que fuera la de Clemont. Se tienen noticias de que el prototipo de la serie innumerable que se extendió por doquier existió ya en el siglo X. Son imágenes privadas de todo sentimentalismo, a veces con una escueta expresión de sencillez campesina, sin nada superfluo y ricas en contenido doctrinal.

A este tipo de imágenes pertenecen también las llamadas 'Vírgenes negras', llamadas así por el tono oscuro de sus carnaciones, y que se debe a la oxidación del plomo, del albayalde, que se emplea en su policromía: la de Puy (quemada en 1794), las de Moulins, Montpellier, Montserrat y Guadalupe.

Las vírgenes negras son efigies de la Virgen María que la representan como de piel oscura, o incluso completamente negra. Las representaciones modernas en las que a la Virgen se la ha dotado premeditadamente de un aspecto étnico negro no entran dentro de esta categoría.

El origen de estas imágenes se explica como la adopción por parte del culto popular cristiano en sus primeros siglos de elementos iconográficos y atributos de antiguas deidades femeninas de la fertilidad, cuyo culto estaba extendido por todo el Imperio Romano tardío, tales como Isis, Cibeles y Artemisa. Debido a ello pueden encontrarse ejemplos de estas vírgenes por toda Europa.

La veneración a las vírgenes negras tiene también numerosos ejemplos en América impulsada por la conquista española. Allí las vírgenes negras del Viejo Mundo surgidas del sincretismo religioso cristiano-pagano atravesarían en algunos casos una identificación con deidades femeninas amerindias o africanas como Pachamama o Yemayá.

Teorías más modernas hablan de la coloración oscura como intencionada y no accidental. La coloración negra vendría condicionada por el color oscuro de la tierra fértil buena para el cultivo y la vida humana en los primeros asentamientos recolectores y posteriormente agrícolas. Esta idea daría una explicación a muchas de las advocaciones de estas vírgenes. Las diosas madre o madres tierra, eran diosas lares, cercanas a la familia, regentes del hogar, la salud, la enfermedad, la felicidad y todo lo relacionado con la vida del hombre en la tierra y como miembro de una sociedad o entidad familiar.

Artículos y audioguías relativas al Santuario de Torreciudad:

- (I). Introducción.
- (II). Origen.
- (III). La antigua ermita.
- (IV). El templo.
- (V). El retablo.
- (VI). La imagen de Ntra. Señora.
- (VII). El órgano.
- (VIII). Sendero de los Dolores y Gozos de San José. (1ª parte).
- (IX). Sendero de los Dolores y Gozos de San José. (2ª parte).


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