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Ermita de San Fabián y San Sebastián en Castillazuelo


Ermita de San Fabián y San Sebastián en Castillazuelo (Somontano, Huesca, Aragón, España)

Hubo épocas en las que la festividad de estos santos era muy guardada y celebrada, e incluso existió una cofradía en Castillazuelo de devotos que honraban con especial fervor a sus patronos. Se reunían periódicamente para tratar sus asuntos y al menos una vez, sino más al año, celebraban una gran comida de hermandad; posiblemente este sea el origen de la actual cena popular que se organice en la víspera de cada 20 de enero. El día de la fiesta, los miembros de la Cofradía acudían a misa en la ermita vestidos con el uniforme de gala, del que formaban parte esencial la capa española y el sombrero negro de ala ancha. las hogueras que se celebran para San Fabián y San Sebastián dan cohesión social al vecindario. Refuerzan la huella de sus gentes, los vínculos de grupo y mantienen los tradicionales modos de reciprocidad y ayuda entre los vecinos de la calle, del barrio o del pueblo.


Se cuenta que al morir el Papa San Antero, en el año 236, el clero de Roma se reunió junto con los fieles creyentes, para elegir al nuevo Papa, y que estando allí reunidos, vieron descender una paloma sobre la cabeza de Fabián. No habían pensado elegirlo a él porque todavía no era sacerdote. Pero ante esta señal, lo eligieron, y fue ordenado sacerdote y consagrado obispo. El emperador Decio ordenó en el 250 una terrible persecución contra los cristianos y al primero que mandó matar fue al Papa San Fabián.

Dicen los antiguos documentos que Sebastián era Capitán de la Guardia en el Palacio Imperial en Roma, y aprovechaba ese cargo para ayudar lo más posible a los cristianos perseguidos. Pero un día lo denunciaron ante el emperador por ser cristiano. Maximino lo llamó y lo puso ante la siguiente disyuntiva: o dejar de ser cristiano y entonces ser ascendido en el ejército, o si persistía en seguir creyendo en Cristo ser degradado de sus cargos y ser atravesado a flechazos. Sebastián declaró que sería seguidor de Cristo hasta el último momento de su vida, y entonces por orden del emperador, en el años 300, fue atravesado a flechazos. Ha sido invocado por muchos siglos como patrono contra las flechas envenenadas y para librarse de plagas y enfermedades. El nombre Sebastián significa: 'Digno de respeto. Venerable'.

Se desconoce la fecha exacta de la fundación de la ermita, pero es muy probable, que fue anterior al cementerio y que éste se ubicó precisamente adosado a la iglesia, por considerar sagrado aquel lugar. El hecho de que el camposanto esté junto a la iglesia ha condicionado el uso y función de ésta, de manera que historietas populares, conocedoras en toda la Comarca del Somontano, no habrían ocurrido en San Fabián y San Sebastían sin esa vecindad.

Una de esas leyendas, curiosas para el turismo, cuenta que la señora Remigia, viuda, con muchos años, vivía sola pero sin agobios, pues se defendía por ella sola con igual soltura que cualquier joven. Pequeña, delgada, poseía la vitalidad de las personas activas y decididas que no descansan nunca. También sabía desempeñar eficazmente cualquier trabajo y, no tener miedo ni a nada ni a nadie. Caminaba ligera como una ardilla y nunca decía que estaba cansada, hasta que un día empezó a notar molestias en una rodilla, a causa de una verruga que le apareció sin previo aviso, justo en el centro de la rótula. Lo que al principio parecía algo sin importancia fue a peor y la mujer vio cómo cada vez sufría más al caminar. Probó remedios y potingues varios. A cada cual que le explicaba su problema le recetaban un remedio infalible: frotarse con la raíz de un junco chafado, lavarse con agua de ruda hervida con ajos, contar nueve estrellas durante una novena, ... Pero nada, la verruga y los dolores iban a peor. Cansada de estos infructuosos remedios recordó que alguien, muy cualificado, le había recomendado una medicina ideal y segura. Pero era difícil de conseguir...

La receta era todo un ritual y consistía ni más ni menos en que: cuando en el pueblo ocurriera un accidente y una persona falleciera, la señora Remigia tenía que frotar la verruga con el dedo gordo del pie derecho del fallecido, y debía hacerlo mientras sonaban las campanadas de las 12 de la noche. Solo eso, y la verruga se curaría. Ahí es nada, pensó ella, ya que hacía años que no ocurría una desgracia gorda en el pueblo. Por eso casi llegó a olvidarse del remedio. Pero lo que son las cosas, el suceso fatal ocurrió cuando nadie lo esperaba. Aquel verano, tras una tormenta y la consiguiente riada, cuatro zagales cometieron la imprudencia de ir a nadar al gorgo de las 'Ollas' (situado en el Camino de Ras Vals) cuando aún bajaba el agua turbia. Uno de ellos se tiró al río de cabeza con tan mala suerte que entre el barro y las ramas de un árbol que la riada había arrastrado, quedó atrapado en el fondo. Cuando los amigos lo echaron de menos, era tarde, se había ahogado. Para el obligado trámite de la autopsia, aquella tarde llevaron el cadáver a la ermita de San Fabián y San Sebastían donde quedó depositado hasta el día siguiente.

Era la oportunidad de la señora Remigia. Con la decisión propia de su carácter y del que hace lo más natural del mundo, sin decir una palabra a nadie, sola y provista de una llave de la iglesia que había conseguido con pretexto de ir a limpiar y barrer, poco antes de la medianoche, al salir de casa se cubrió la cabeza con una de las sayas para evitar ser reconocida y subió hasta San Fabián. Entró en la ermita, destapó el féretro medio tanteando a la escasa luz de la luna que entraba por la ventana y, tal y como le habían prescrito, se frotó la verruga con el pulgar del pie derecho. Salió, cerró la puerta y con igual tranquilidad con la que subió, bajó la cuesta hasta su casa. Milagrosamente, como le habían asegurado, a los pocos días la verruga y sus dolorosas consecuencias habían desaparecido. Y es que la fe mueve montañas. Una explicación es que las verrugas son sensibles a estímulos psíquicos y mentales, algo como una sugestión o la hipnosis.


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1 comentario:

  1. Hubo épocas en las que la festividad de estos santos era muy guardada y celebrada, e incluso existió una cofradía en Castillazuelo de devotos que honraban con especial fervor a sus patronos. Se reunían periódicamente para tratar sus asuntos y al menos una vez, sinó más al año, celebraban una gran comida de hermandad; posiblemente este sea el origen de la actual cena popular que se organice en la víspera de cada 20 de enero. El día de la fiesta, los miembros de la Cofradía acudían a misa en la ermita vestidos con el uniforme de gala, del que formaban parte esencial la capa española y el sombrero negro de ala ancha. las hogueras que se celebran para San Fabián y San Sebastián dan cohesión social al vecindario por reducido que haya quedado. Refuerzan la huella de sus gentes, los vínculos de grupo y mantienen los tradicionales modos de reciprocidad y ayuda entre los vecinos de la calle, del barrio o del pueblo.

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