La palabra Barbacana es de origen árabe, formada por dos palabras 'bábel-báqara'; pero también se dice que es un término francés que tiene la misma raíz en italiano (barbacane) y anglosajón (bargekenning) que está compuesta del término bergen (cubrir, poner a cubierto) y kenning (ver, divisar). De hecho, en una forma muy arcaica las barbacanas eran también las aspilleras verticales sobre los muros del castillo para poder golpear al enemigo manteniéndose a cubierto. Entre otros significados tiene el de estructura defensiva medieval que servía como soporte al muro de contorno o cualquier torre o fortificación, adelantada y aislada, situada sobre una puerta principal, poterna o puente castillo que fuera utilizada con propósitos defensivos; también puede referirse al 'muro bajo que bordea algunas iglesias'.
En Barbastro para los entremuranos, crecidos a la sombra de esta pequeña elevación montañosa, tiene connotaciones muy especiales. El hecho de que aquí estuvo el castillo árabe o alcazaba, llenaba sus juveniles cabezas de hechos imaginarios, que los identificaban en parte, al ir leyendo libros y ver en ellos imágenes de castillos árabes, con aquellos lugares como, por ejemplo, la Alhambra de Granada. Su conquista por los cristianos, les hacía escuchar toques guerreros de trompetas y clarines, chasquidos de espadas al chocar, cabalgar de caballos y arqueros disparando flechas. En el lugar que hoy ocupan las 'escueletas', había entonces un lienzo de muralla de unos cuatro metros de alto, que excitaba su imaginación y les hacía contemplar toda la Barbacana amurallada.
Las cuevas del Pozo del hielo, eran para estos jóvenes aventureros las mazmorras de un imaginario castillo y más cuando llenos de miedo, penetraban en la primera, la del Pozo, que por sus dimensiones, evocaba acontecimientos lúgubres de torturas y verdugos. Sin embargo, poco a poco le fueron perdiendo el miedo y le adjudicaron su verdadera función de nevera para guardar la nieve y el hielo, edificado en el siglo XVII, y que servía para abastecer a la ciudad en los meses de verano.
La Barbacana de antaño fue el centro social del barrio del Entremuro, donde se contaban y escuchaban los acontecimientos cotidianos de todo tipo, que constituían la vida social del mismo. Era el lugar de reunión de pequeños y mayores, sobre todo en las tardes festivas de invierno aprovechando el sol y cuando éste se ocultaba se encendían hogueretas en las que se asaba para merendar patatas, membrillos, bellotas. También era el lugar de apajentar las cabras y alguna oveja; ya que su leche junto con las gallinas y los conejos, eran parte importante de la economía familiar del entorno.
En las cuatro eras, las de las familias Pueyo, Maletes y Puente, se trillaban las mieses en época de recolección, y allí mismo se fabricaban adobas con tierra y paja, para pequeñas construcciones caseras de tapiales. A veces la familia Sánchez de la calle de la Peña, confeccionaban 'cañizos' de caña, que se empleaban para cielos rasos de habitaciones, colocados entre los maderos. Así mismo confeccionaban cuévanos y cestos de mimbre.
Antes de 1904, el agua que se bebía en Barbastro, procedía de fuentes, siendo las principales las de la Calle Las Fuentes. El deseo de dotar a la Ciudad de agua potable se plasmó cuando se decidió realizar una captación del agua desde el río Vero en el Campo de San Juan a través de una galería. Para ello se acuerda la compra de unos terrenos en la Barbacana y la construcción de dos depósitos subterráneos, con capacidad de 1.000 metros cúbicos cada uno. La elevación del agua hasta los depósitos se realizaba con una motobomba eléctrica. En 1931 se vallaron los depósitos debido a la invasión de chiquillos que convertían el solar en un 'sumidero público', y en 1997 se cambió por una alambrada, plantándose en el espacio interior una rosaleda, a petición del Barrio, por razones estéticas, y porque se había convertido el interior en un antro de 'actividades extrañas'. En 1952, el agua disponible se hace insuficiente debido al aumento de población, y se tiene que construir un pequeño azud en el lugar de la captación para forzar al agua a entrar en la galería. Pero esta solución con el tiempo se hace insuficiente dado que la población continua aumentando, lo cual, junto a la mala calidad del agua del río, motivó en 1986, la construcción de una tubería que desde la Acequia de Selgua permitía la traída de agua desde el Pantano de El Grado. Pero este importante paso tampoco garantizaba el consumo de agua que se necesitaba, debido a que los depósitos de la Barbacana eran insuficientes por sus dimensiones. Diez años más tarde se llevó a cabo la construcción de dos nuevos depósitos de almacenamiento de agua y una planta potabilizadora en el mismo lugar que se cogió el agua desde la Acequia de Selgua. En la actualidad, desde estos nuevos depósitos pasa el agua a los de la Barbacana y desde aquí se distribuye a toda la Ciudad.
Por los años 70 se llevó a cabo una reforestación con pino común en las laderas que dan al Campo de San Juan, pero debido a la falta de cuidados, las sequías y algún rebaño de ovejas que pastaba en las inmediaciones, actualmente sólo queda la mitad.
Tras muchos años de abandono y desidia, los vecinos del Entremuro han llamado la atención sobre este emblemático lugar y su valor histórico, estratégico y pintoresco para el turismo. Lo que se ha traducido en que el Ayuntamiento haya adecentado sus entradas, por la calle de la Esperanza junto a las escueletas y por el Campo de San Juan, y recuperando el Pozo del Hielo.
En septiembre del año 2000, la Asociación de montañeros de Aragón de Barbastro, colocó un monumento con motivo de cumplirse el cincuentenario de su fundación. Para algunos esta iniciativa podría ser la primicia de un Parque de Escultura al aire libre en este panorámico lugar desde el que se contemplan las cumbres pirenaicas, y parajes de la Comarca del Somontano.
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En Barbastro para los entremuranos, crecidos a la sombra de este pequeña elevación montañosa, tiene connotaciones muy especiales. El hecho de que aquí estuvo el castillo árabe o alcazaba, llenaba sus juveniles cabezas de hechos imaginarios, que los identificaban en parte, al ir leyendo libros y ver en ellos imágenes de castillos árabes, con aquellos lugares como, por ejemplo, la Alhambra de Granada. Su conquista por los cristianos, les hacía escuchar toques guerreros de trompetas y clarines, chasquidos de espadas al chocar, cabalgar de caballos y arqueros disparando flechas. En el lugar que hoy ocupan las 'escueletas', había entonces un lienzo de muralla de unos cuatro metros de alto, que excitaba su imaginación y les hacía contemplar toda la Barbacana amurallada.
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